Qué triste pensar en aquellas cosas que se llevó el tiempo, aquellas
cosas que el viento arrastró hasta el
olvido, que acumulan polvo en una esquina del desván. Ésos viejos juguetes olvidados, la ropa de tiempos pasados, el peluche que
abrazábamos cuando teníamos miedo en aquellos tiempos, en los que la magia todavía existía. Quizás sigan ahí varios años más,
sin que nadie se moleste, ni siquiera en apartar ese camión de juguete que yace
sobre una triste muñeca, a la cual el
tiempo, le arrebato ese brillo dorado que tintaba su pelo y se convirtió en esa
escarcha que rodea lo antiguo, lo obsoleto, lo olvidado.
G.
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